De todas las recetas que más caracterizan la comida de la zona de Como, la Polenta ocupa sin duda las primeras posiciones gracias a su difusión y fama. Se trata de un plato muy antiguo, típicamente “pobre”, preparado con ingredientes simples, pero de alto valor energético: harina de maíz o trigo sarraceno.
En el pasado la Polenta Taragna –la receta de polenta más popular en la zona de Como, hecha con harina de maíz y grano sarraceno mezclados– era considerada un plato principal.
Hoy en día, en cambio, la Polenta Taragna, más clásica, y las tipologías más “ricas” como la Polenta Toc o la Polenta Uncia se usan sobre todo como guarnición de otras recetas: platos de pescado del Lago de Como, por ejemplo, los Missoltini, o Perca de mar, o segundos platos a base de carne.
La Polenta Uncia del lago de Como
La Polenta Uncia del Lago de Como es una receta que debes absolutamente probar durante tus vacaciones gastronómicas. Se trata de una versión “enriquecida” de la polenta simple –la Polenta Taragna– y se hace añadiéndole manteca, salvia, ajo y queso.
Perfecta en los periodos más fríos, la Polenta Uncia es una comida muy energética y nutritiva, ideal para enfrentar las bajas temperaturas de los meses del otoño e invierno. Para gustar su consistencia blanda y cremosa, puedes saborearla sola, como se hacía en el pasado.
La Polenta Toc, perfecta para las fiestas
La Polenta Toc es otra variante de la Polenta Taragna. Para prepararla se usan, además de las tradicionales harinas de maíz y trigo sarraceno, quesos y hierbas. Po esta razón hasta el siglo pasado era una receta típica de las fiestas: se comía sobre todo durante la Navidad, en las bodas, ceremonias y eventos.
Además, para obtener la típica consistencia blanda y uniforme, su preparación necesita una elaboración más lenta y complicada de la que se usa para hacer las otras polentas.
El nombre de la Polenta Toc viene de la forma con que se comía: según lo que indica la tradición, se ponía el caldero en el centro de la mesa para que todos pudiesen tomar con las manos, o sea toc-ar, la comida. Con los restos se hacía el Ragell, un vin brulé preparado y hervido en el mismo caldero (sin lavar) y añadiendo canela y otras especias.